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  • Foto del escritorSeminario Cuenca

Testimonio Vocacional Carlos

Iba a ponerme en camino, cuando ya venías tú hacia mí.

Deseaba buscarte, y vi que ya estabas tú en mi vida.

Yo quería elegirte, y ya me habías elegido tú.

Dios mío, ¿seré yo alguna vez el primero?

Y en esta continua carrera me hallo, donde el Señor me lleva permanentemente la delantera. No sé cómo se las apaña, pues siempre me GANA.



¿Te cuento un secreto?


Probablemente me ganó hace muchos muchos años, antes si quiera de ser pensado en el plan familiar, ya que mi padre estudió aquí en el Seminario durante más de cuatro años ¡Vamos!, que hoy puedo compartir mi testimonio contigo, porque Él quiso, porque Él me amó primero.


Como comprenderás, con estos antecedentes parentales, la fe en mi familia se ha vivido siempre con muchísima naturalidad. Poquito a poco, fui creciendo, y mis inquietudes y expectativas fueron cambiando. Prácticamente al inició del instituto caí en la parroquia de la Paz, donde se me abrió un mundo inexplorado hasta entonces. Caras nuevas, como la de mi sacerdote José Antonio, Eucaristías alegres y vividas, las convivencias, el coro, el campamento…


Empecé a descubrir, en mi catequista, Mati, un rostro nuevo, alegre, siempre con una sonrisa en la cara. ¿Qué tenía él, que no llegaba a encontrar en otras personas? ¿Qué era aquello que contagiaba y estaba haciendo nueva mi vida? Lentamente, en el silencio, en algunas noches intranquilas, fui descubriendo, a través de muchos gestos cercanos, la mano de Dios en mí vida.


Y así llegó bachillerato, donde el Señor me la jugó, o mejor dicho, se la jugó por mí. Una noticia irrumpía en la parroquia. Uno de los jóvenes, quien fue mi catequista, sí, sí, Mati, ¡¡se metía al Seminario!! No podía ser.


Inmediatamente, aquella pregunta que tímidamente ya me había planteado, resurgió de nuevo con más fuerza que nunca: y tú, ¿por qué no? En los años siguientes, mientras estudiaba magisterio, fui hallando respuesta a aquél interrogante, y el SÍ llego, ¡¡Menuda liberación!! Es curioso cómo el Señor se sirve de las palabras, situaciones y personas más sencillas, para engrandecer tu vida. Cómo las casualidades terminan convirtiéndose en el disfraz que emplea Dios para conservar su anonimato.


Querido amigo, qué paz y felicidad siente uno, cuando se va entregando al Señor, cuando los noes que oprimen, se van convirtiendo en síes que liberan.

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